VERANO Y EXTERIORIZACION

El 21 de junio es el solsticio de verano y hasta el día 24 tenemos los días más largos del año y las noches más cortas; a partir de este momento comienza el ciclo de crecimiento de la oscuridad. Durante el verano la naturaleza crece y madura, alcanza la expresión de su mayor intensidad energética, concentrada en los frutos y frutas, y nos ofrece más luz solar y calor. El verano suele ser la estación más caliente y seca, lo que ayuda  a que estemos más activos y enérgicos.

Las capacidades que pueden fortalecerse son las de gobernar nuestra vida con  entendimiento, comprender, percibir con claridad, y la de ofrecernos con compasión. Estas desembocan en una sensibilidad interior más precisa y una mejora de la receptividad. La mente deviene más despierta y se amplia la conciencia de los sentimientos.

Las emociones relacionadas con este periodo son las de la alegría y la tristeza expresadas en todos sus matices al exterior, y compartidas con los demás, para suavizar la excesiva seriedad y contención, y prescindir de esconderse en el interior La relación con el exterior y el contacto co los demás se vuelven fluidos, si se realizan mediante la función del lenguaje a través de la voz, El color de esta época es el rojo.

La energía del verano se dinamiza en nuestro organismo a través de la creatividad, la intuición y el movimiento, todas ellas,  actividades que llevan implícito el cambio. Aumenta la  consciencia de proceso, del llegar a ser, del devenir y de la transformación permanente, y estos  aspectos de la vida  se comprenden mejor en la estación veraniega.

Para la medicina china, los meridianos asociados son el del corazón y el del intestino delgado. El olor es el de quemado.

Con estas circunstancias, conviene hacer ejercicio vigoroso que favorezca la sudoración, la estancia al aire libre; que la comida sea ligera abundante en frutas (albaricoques, paraguayas y melón) y verduras amargas (escarola, pepino, tomate, berenjena, pimiento y espinacas) elaboradas, crudas, en ensalada y salteadas. Otros alimentos refrescantes que equilibran la circulación son el maíz, las habas, los garbanzos y el tofu, y de entre las algas el nori y el agar-agar; así como, los zumos de cítricos con jengibre; que junto con la diversión y el juego contribuyen a equilibrar el estado general de la salud.

 

 

 

 Miro las gotas,

   brillando la cascada,

    sube la trucha.

 

Belin.