INVIERNO E INTERIORIZACION

Llega el solsticio de invierno, y es ese momento en el que el sol se paraliza en el horizonte, en el que estamos en el día más corto y la noche más larga de todo el año; a partir de ahora la luz del sol nos acompaña más tiempo, los días comienzan a ser más largos.  Acaba de dar su  comienzo la estación invernal. El solsticio de invierno celebra el renacimiento del sol sagrado, niño santo, niño de promesa, niño de luz.

El invierno es la  época en que la naturaleza esta más parada y la vegetación permanece desnuda. Este es un punto de partida para el inicio de la expresividad y, junto con  el principio del año, nos  invitan a la espontaneidad y a la imaginación. Es   una ocasión para realizar algo  nuevo e inesperado, dejando de lado ciertas inhibiciones y limitaciones que en tantas ocasiones vienen a interrumpir nuestras iniciativas. Es el tiempo  de la apertura y el comienzo de la expansión personal, aunque en la naturaleza esta sea poco visible aún.

El aceite de romero nos ayudará a desentumecer los músculos, aportando el calor necesario para tonificarlos; nos reconforta con su agradable aroma, y   mantiene la elasticidad corporal necesaria para adaptarnos a las bajas temperaturas de esta época.

 

En el sistema chino de salud el invierno se asocia con el elemento agua en la naturaleza, por el que pasan todas las cosas;   y con los meridianos de riñón y vejiga relacionados con ese elemento. Es el tiempo de buscar la recuperación y el  descanso, además de estar  activos para mantener el cuerpo caliente y, su energía en movimiento. Para ayudar al organismo a tener un terreno corporal adecuado ante  las infecciones contamos con la ayuda de la equinacea, el propoleo y la vitamina C.

Entre los alimentos que contribuyen al buen equilibrio corporal tenemos: la sal (en poca cantidad) añadida al cocinar los alimentos ya que así protege al riñón, las legumbres, las castañas que se recogieron en otoño, verduras de raíz, alga kombu, condimento de tekka, entre los cereales el trigo y la quinoa, los pescados, y los tés de tres años, con el de tomillo, jengibre y canela, que calientan internamente.

Es el momento de abandonar  la pereza, la timidez y el miedo, y focalizar nuestra atención en   la vitalidad y el coraje. Conviene revisar los hábitos asociados a la pereza, indagar sobre los retraimientos ante situaciones relacionales, y sacar a la luz los aspectos de la personalidad que se relacionan con el miedo. Al mantener un estado de vitalidad, aumenta la capacidad de experimentar la vida con coraje.

 

 

 

      Nube preñada,

      cae la nieve al campo

      blanco, y Blanca.